Archivo del Autor: Emilio Quintana

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El poeta en su escritorioEl poeta recoge las impresiones del mundo moderno mientras lo recorre en metro o tranvía, e incluso a pie. El poeta compone versos en su mente, como en un palimpsesto, al ritmo de sus pasos. Luego, en su escritorio, se pone el uniforme de trabajo. A veces, emborrona una cuartilla, una página en blanco que despierta con asombrado pudor. Esta última fase, por engorrosa e innecesaria, se produce raras veces. Mírenlo.

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Estos días estoy dándole vueltas a la poesía del sueco Werner Aspenström, que utiliza referencias a otros poemas de otros poetas en su obra. Algo parecido es lo que hice en este poema del ciclo "La cuestión polaca", escrito a mediados de los 90:

    En clase de polaco
    está el nieto de Milosz.

    Lo miro.
    Intento ver en él los tres inviernos,
    algún posible atisbo de la Cracovia
    burguesa de 1880,
    algo de las ruinas de la catedral de San Juan
    -al menos, unas piedras-,
    o, no sé, por ejemplo, un fragmento
    del álbum de los sueños, o alguno
    de los viejos cisnes de Vilna,
    el rey que no sabía comer con tenedor,
    un lago lituano.

    Todo inútil.

    La realidad no es más que un tipo vulgar
    que dice que es el nieto de Czeslaw Milosz.

(«El nieto de Milosz». De El mal poeta, Granada, 1996)

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    C’est joyeuse chose que la guerre ; on y oït, on y voit beaucoup de bonnes choses, et y apprent moult de bien. Quant elle est en bonne querelle, c’est justice, c’est deffendre droicture. Et croy que Dieu ayme bien ceulx qui exposent leur corps à vouloir faire la guerre et faire la raison aux ingratz et descongneuz, aux prosternés et orgueilleux, et qui vont contre bonne equité… c’est un plaisant mestier et bon à jeunes gens. Car ilz en sont amez de Dieu et du monde.

Le Jouvencel