Archivo del Autor: Emilio Quintana
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«Poemas escritos a lápiz (con un inédito)» en Nueva Revista de política, cultura y arte (29 julio 2016) | presentación de I. P.
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Las leyes de la herencia: http://genfringe.com/2014/04/phobias-may-memories-passed-genes-ancestors/
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«Dos poemas suecos» en el nr. 19 de Piedra del molino (otoño 2013, p. 22) | PDF
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El poeta recoge las impresiones del mundo moderno mientras lo recorre en metro o tranvía, e incluso a pie. El poeta compone versos en su mente, como en un palimpsesto, al ritmo de sus pasos. Luego, en su escritorio, se pone el uniforme de trabajo. A veces, emborrona una cuartilla, una página en blanco que despierta con asombrado pudor. Esta última fase, por engorrosa e innecesaria, se produce raras veces. Mírenlo.
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Estos días estoy dándole vueltas a la poesía del sueco Werner Aspenström, que utiliza referencias a otros poemas de otros poetas en su obra. Algo parecido es lo que hice en este poema del ciclo "La cuestión polaca", escrito a mediados de los 90:
-
En clase de polaco
está el nieto de Milosz.
Lo miro.
Intento ver en él los tres inviernos,
algún posible atisbo de la Cracovia
burguesa de 1880,
algo de las ruinas de la catedral de San Juan
-al menos, unas piedras-,
o, no sé, por ejemplo, un fragmento
del álbum de los sueños, o alguno
de los viejos cisnes de Vilna,
el rey que no sabía comer con tenedor,
un lago lituano.
Todo inútil.
La realidad no es más que un tipo vulgar
que dice que es el nieto de Czeslaw Milosz.
(«El nieto de Milosz». De El mal poeta, Granada, 1996)
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-
Yo ya no era yo, era otro, y precisamente por eso otra vez yo.
Robert Walser: El Paseo (1917)
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De Poemas escritos a lápiz (Sevilla, Los Papeles del Sitio, 2012), que acaba de salir:
ESTOCOLMO
Es la vileza
Es la tela de saco de la niña
que escuchaba una voz
sin comprenderla
Es la que siempre vuelve
la que aplasta las flores de azafrán
como un tanque sonámbulo
que avanza
por los arcenes turbios
del invierno
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Un poema es un espejo roto, del que apenas nos quedan unos cuantos pedazos.
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-
C’est joyeuse chose que la guerre ; on y oït, on y voit beaucoup de bonnes choses, et y apprent moult de bien. Quant elle est en bonne querelle, c’est justice, c’est deffendre droicture. Et croy que Dieu ayme bien ceulx qui exposent leur corps à vouloir faire la guerre et faire la raison aux ingratz et descongneuz, aux prosternés et orgueilleux, et qui vont contre bonne equité… c’est un plaisant mestier et bon à jeunes gens. Car ilz en sont amez de Dieu et du monde.